Inmigración I: El reflejo que ciega
La Historia no se puede escribir sin la emigración. Pero la emigración es más antigua que la Historia misma. Hace millones de años un simio bajó de un árbol y se fue. Aquel protohumano fue el primer emigrante. No sabemos qué le impulsó a hacer eso -seguramente fue una necesidad, como hoy, como siempre-. Sabemos, sin embargo, que aquella iniciativa condujo a que ahora seamos personas y el Planeta sea Mundo.
A menudo se teme al que invade nuestro ámbito. Desgraciadamente esta reacción como la de migrar es, también, una pulsión animal. Es el miedo a lo desconocido y al desconocido. No son sus diferencias las que nos turban (sólo tenemos que pensar la inquietud que nos provoca cualquiera que de pronto se cuela en el ascensor que ocupamos), es el instinto de “competencia” agitando el espacio vital que tenemos por propio.
Este sentimiento es primitivo, como primitivas son las veleidades que las amparan: el color de la piel, la religión, la lengua, las costumbres... Todas estas alegaciones son falsos pretextos que sostienen, precisamente, los que aspiran a explotar barato el trabajo de otras personas. Si un extranjero no es sujeto; es decir, es un ser invisible y sin derechos, se convierte en un objeto, del que se puede abusar con impunidad civil y moral. Así se labra el discurso esclavista. Una sociedad que acepta codiciosa el trabajo del inmigrante pero no acepta su participación social, es una sociedad proclive al esclavismo. Hemos visto esa conducta de exclusión hasta hace muy poco en EE.UU o en Suráfrica. El negro trabajando para el blanco pero sin “competir” en su espacio; completamente segregado en los servicios y usos públicos: urinarios para negros, autobuses para negros, aceras para negros... Sin embargo, esos negros eran “competentes”, y tanto.. Ahí están Mandela y Obama.
Hay una cuestión subyacente al problema de la “competencia” por el espacio (léase barrio, calle, piso, parque, hospital, escuela, cine, discoteca...): es el carácter económico.
Repudiamos por instinto lo desconocido, pero no a todos los extranjeros aplicamos ese rechazo por igual.
Los extranjeros ricos son una gracia, los recibimos atentos, los servimos y nunca los percibimos como presión social, aunque rondan los 60 millones al año. En cambio, los inmigrantes -alrededor de 4 millones- son los que, paradójicamente, causan presión social. En realidad éstos no “compiten” con nadie porque ocupan el escalafón laboral despreciado por los nacionales y vienen para servirnos. Pero su culpa es ser pobre; mientras que el extranjero rico tiene un reclamo que es más fuerte que nuestro sentimiento de repulsa: el dinero.
El dinero del extranjero rico asegura nuestra supervivencia, que es el instinto más fuerte de todos. Valoramos el dinero que ganamos con nuestro trabajo, pero no lo que ganamos con el trabajo que nos prestan otros (el emigrante que nos sirve), sino que, al contrario, sentimos malestar porque somos los pagadores; como si estuviéramos haciéndolo generosamente. Cuántas veces hemos oído que los inmigrantes saturan los hospitales, copan las plazas escolares, etc. cuando esas prestaciones forman parte de la retribución justa por su trabajo. Esta inclinación discriminatoria es más reprobable en el pueblo español que en otros pueblos, porque los españoles hemos sido en Europa, Australia o América, esos emigrantes económicos que hoy despreciamos aquí. Cuando no, y con anterioridad, emigrantes políticos. En verdad, hemos representado el estamento miserable de los Estados ricos hasta 1973.
Todavía hay una forma más aleve de conjurar el miedo al extraño, es su estigmatización. Asociar al inmigrante con una imagen negativa nos libra de su contacto. En eso residen los procesos de criminalización tan frecuentes aquí como en otros países europeos. No es un invento nuevo. La película “Toni” de Jean Renoir (1934), relata la vida de trabajadores españoles e italianos en la Provenza francesa, en la que los extranjeros, por el mero hecho de serlo, son sospechosos de delitos que no han cometido.
Tampoco es que haya que santificar al inmigrante; son hombres y mujeres de naturaleza humana y, por tanto, susceptibles de lo peor y lo mejor. Pero su conexión no es con el delito, sino con la pobreza. Son los últimos en llegar y se establecen en el estrato más humilde. No hacen falta más datos que la experiencia común para correlacionar a la mayoría de la población carcelaria con una extracción social baja. Se da en cualquier lugar del mundo. Si un país no tiene inmigrantes, tendrán menesterosos para colmar sus prisiones1.
Criminalizar a la comunidad inmigrante, no deja de ser un ejercicio de exorcismo sobre los fantasmas que todavía yacen en la memoria familiar de la mayoría de los españoles. Atacándolos, algunos pretenden sacudirse ese baldón de apestado que en su día uno de los suyos arrastró por otros territorios. La agresión, el desprecio, la humillación contra el inmigrante funcionan como el bautismo que quiere limpiarnos de un pecado original. Pero nuestro pecado original no se borra porque no es mito, es historia, y, ni los más recalcitrantes, pueden negarlo2.
Para diferenciarse, se recurre, sin empacho, a subterfugios falaces como afirmar que los emigrantes españoles salían con contratos. Para refrescar esa memoria sesgada es oportuna la película documental “El Tren de la Memoria” (2.005), que recoge testimonios vivos del gran éxodo español hacia Alemania en los 60´. El que suscribe, mismo, es hijo de emigrantes que no tuvieron la bendición de los papeles para salir de España y que, además, su viaje fue sin retorno.
Con la inmigración se produce el síndrome de autofobia. El miedo que nos producen los inmigrantes, es el miedo a vernos en el espejo de nuestra realidad vernácula. En esto, como en el síndrome aludido, los más cobardes son los que rompen el espejo; o sea, los que arremeten contra el más débil, el inmigrante, porque nos devuelve la imagen de lo que fuimos y nos ata a nuestra propia vergüenza.
Pero volviendo al principio, el fenómeno migratorio no es circunstancial ni geográfico. Es intemporal y antropológico. Los que se han opuesto a él, en aras de una pureza racial o nacional, han desaparecido víctimas de su pobreza genética.
Frente a la endogamia, las migraciones son precursoras de las transformaciones biológicas y sociales, en las antípodas de las invasiones bélicas, que, como sabemos, es el destructor recurso de los arios. La razón está de parte de la vida y la vida es variable: “omne migrat”, todo es cambiante, decía Lucrecio.
Francisco Botella Maldonado.
1 En cualquier caso la relación inmigración-delito no se sostiene con los datos objetivos de la evolución reclusa en España. En 1996 (año sin impacto migratorio) las entradas en prisión fueron de 16.028 condenados; en 2006 (año de impacto migratorio) las entradas fueron de 13.218. Documentación de José Cid Moliné, titular de Derecho Penal de la Universidad Autónoma de Barcelona, obtenidos de la Revista Española de Investigación Criminológica.
2 Es más, según la CIA (World Factbook), la tasa de migración neta (diferencia entre inmigrantes-emigrantes) española ha sido de 0.99 en 2.007; con un saldo de 1.175.656 españoles residentes en el extranjero, más unos 12.000 emigrantes temporeros en mercados agrícolas, principalmente Francia. Lo cual, no hace más que ratificar la idiosincracia del pueblo español como emisor de migraciones a lo largo de todos los tiempos, incluso, en tiempos de bonanza.
Inmigración II: Las huellas negras manchan los suelos blancos
Un nuevo “cargamento” humano entra en el puerto de Motril. Es una patera que la Guardia Civil ha interceptado en el Mar de Alborán. Son muchos y están exhaustos. En el grupo suele haber niños, a veces, bebés y mujeres embarazadas. El conjunto reproduce un cuadro trágico que, por repetido, ha perdido su efecto estremecedor en la sensibilidad local y nacional.
Estos que llegan están felices de pisar suelo europeo, aunque, pronto comprobarán, que lo que creyeron sueño no es más que una cruel pesadilla. Peor suerte, sin embargo, han corrido miles de otros inmigrantes que quedaron sepultados bajo las aguas mediterráneas o del litoral noroccidental africano.
La pregunta que se nos suscita es: ¿pero es que estas personas son suicidas?.
Una respuesta muy castiza y bien arraigada en la sabiduría hispánica, diría: “más cornás da el hambre”.
Hay una lectura más profunda y documentada que nos revela que, antes que un suicidio colectivo de toda una inmensa comunidad aborigen, hay un homicidio lento pero incisivo de estas gentes, perpetrado por las grandes corporaciones europeas en connivencia con nuestros gobiernos y los suyos.
Es, la denominada, bilateralidad Norte-Sur.
Los modos de esta relación son de una asimetría despótica. Pongamos nuestra mirada entre Europa y África, con un ejemplo cercano:
El
24 de agosto de 2004, la prensa británica desvela la operación
“Guinea Ecuatorial” (antigua colonia española). En la genealogía
de la noticia está el triunvirato de las Azores: Bush, Blair y
Aznar. Han pasado a la Historia como bufones de sainete con un
libreto de quimeras y mentiras. Pero sus aventuras costaron cientos
de miles de vidas humanas.
Los
primeros días de marzo de ese mismo año, los servicios de
inteligencia franceses advierten a los gobiernos de Camerún, Nigeria
y Guinea, de un inminente golpe de estado contra este último país.
En el aeropuerto de Harare (Zimbabwe) se detiene a 60 mercenarios.
Otro grupo más es apresado en Guinea. Todos han sido entrenados por
las SAS (fuerzas especiales británicas) y a su mando tiene un
ex-oficial británico, Simon Mann. En Suráfrica se arresta al hijo
de Margaret Thatcher, Sir Mark, uno de los financieros del operativo.
Este
grupo de mercenarios de élite iba a ser secundado por 500
legionarios españoles que ya habían zarpado de Rota con rumbo a
Malabo (capital de Guinea) en un escuadrón de la Armada española.
Coordina la CIA.
En
Guinea actúan las petroleras Exxon-Mobil, Amerada Hess,
Chevron-Texaco, Marathon y otras norteamericanas, más la francesa
Total. De toda esta riqueza (estimada en más de 1.000.000 $
anuales), apenas un 5%, consigue escapar de los círculos más
fieles del dictador Teodoro Obiang Nguema. Más de la mitad se
esfuma entre bancos occidentales y paraísos fiscales.
Aznar
había previsto sustituir en el gobierno de Guinea Ecuatorial, a
Teodoro Obiang por el líder de la oposición guineana Severo Moto,
residente en España y dedicado al tráfico de armas. Este Severo
Moto habría, a su vez, favorecido la entrada de la española Repsol,
en la extracción de crudo, en detrimento de la francesa Total.
Desarticulado
todo el golpe, los barcos de guerra españoles retornan a su base. El
11 de ese mismo mes se produce en Madrid un terrible atentado
islamista; días después son las elecciones generales, el partido de
Aznar pierde el gobierno de España.
Volvamos
a Europa.
En
Europa llevamos 60 años de paz. ¿Cómo tanto tiempo para la hostil
Europa?.
La
respuesta ingenua señalaría la fundación de la CE como medio
eficaz para congeniar intereses y garantizar la distensión.
Pero
los países punteros de Europa, España inclusive, poseen potentes
industrias militares que facturan una ingente producción
armamentista que no se justifica con el consumo propio, máxime
cuando ningún país europeo está en guerra. Todos los días se
fabrica munición en cantidades industriales; son balas y proyectiles
que deben ser disparados para que se genere un consumo continuo y,
por tanto, una demanda sostenida de su producción. De eso depende,
entre otras cosas, el PIB de nuestros países y el empleo de muchas
familias. Simplemente tiene que haber guerra que dé salida a todo
ese arsenal y al complejo ingeniero-tecnológico que lo sustenta.
Europa
está en paz porque tiene su campo de batalla al sur de sus
fronteras.
Ha
elegido ese continente porque le pilla a mano, lo tiene bien
explorado (todo el continente ha sido colonia suya), controla a sus
dirigentes, es el laboratorio de sus experimentos, su secular cantera
de materia prima y el cementerio de sus residuos peligrosos. Un
estado de conflicto permanente en África es muy provechoso para
tener acceso a las fuentes minerales. El apoyo a uno u otro ejército
le garantiza el suministro ventajoso de todo tipo de recursos, desde
coltán1 a petróleo. Cuando no
hay efectivos para armar un ejército aborigen, se reclutan niños o
se organizan expediciones de mercenarios. Pero la matanza no puede
decaer. Se paga en especie: balas por materia prima.
El
horror. Un horror inveterado, evocado en “El Corazón de las
Tinieblas” por J. Conrad, allá en 1899, y que el paso de los años
no ha hecho más que empeorar.
Algunos
Estados literalmente han desaparecido, caso de Somalia, porque
Occidente no termina de encontrar una opción satisfactoria para su
estrategia política en la zona. La proliferación de grupos armados
clientelistas aportó grandes beneficios, pero unificar un ejército
era prioritario para vender artillería pesada y material logístico
con el que proteger el transporte de crudo a través del cuerno de
África. La intervención militar directa de los marines en 1993
(Black Hawk derribado) y 2008 ha generado tanta enemistad, que su
empresa ya no encuentra aliados alternativos en el país. Al final,
la inestabilidad provocada con el derrocamiento del comunista Siad
Barre en 1991, le rebota en forma de ataques piratas al trasporte
marítimo, con grandes daños para la economía europea y complicadas
intrigas entrecruzadas (los piratas cobran sus rescates a través de
bufetes de abogados ingleses en Londres).
El
segundo mayor lago del mundo, el Victoria, con litoral en Tanzania,
Uganda y Kenia, fue objeto de un experimento biológico en la década
de los 50. Los europeos introdujeron la llamada perca del Nilo; un
pez de hasta 200 kilos de peso y 2 metros de longitud. Esta especie
está acabando con la diversidad ecológica del lago y en breve será
un lugar muerto.
Pero
una extinción que ya se ha consumado, es la del modo de vida y pesca
tradicional de las poblaciones ribereñas. Hoy, la actividad pesquera
está dirigida por las factorías de procesamiento de pescado que
emplean a cientos de africanos venidos de todas partes, con
condiciones leoninas de trabajo, sin prestaciones médicas ni
derechos laborales. Comen los vertidos podridos de las fábricas
(cabezas y raspa, que, además, se vende a mayor o menor precio según
su grado de descomposición). Tampoco hay amparo policial ni
garantías judiciales. El tráfico y consumo de estupefacientes es
desproporcionado. Los hombres de negocio extranjeros, pueden
disfrutar del servicio de prostitución local a su antojo, hasta el
asesinato de la oficiante -cosa harto frecuente- sin ningún cargo
penal ni siquiera civil.
Mientras
tanto, aviones rusos aterrizan y despegan, día y noche, haciendo
fletes para Europa. Entregan armas y se llevan toneladas de perca
para el mercado europeo. En España, se ha estado comercializando,
algún tiempo, bajo el fraudulento etiquetado de mero, a razón de
140 toneladas/semana.
La
industria pesquera, al final, está en la base de una poderosa
maquinaria mafiosa y en vez de promover el desarrollo económico de
la zona, es responsable de una descomposición social de magnitud
dantesca, bien documentada en la película “La pesadilla de
Darwin”.
No
es el único ejemplo de devastación medioambiental inducida. El
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (Bretton Woods)
impusieron a Tanzania la roturación de sus bosques para sufragar la
deuda externa. La obsesión de estos organismos por la desertización
de África es tan patológica como silente. En el “Informe
Censurado 2.009” que publica la Universidad de Sonora, en
colaboración con periodistas y sociólogos de toda Norteamérica, se
señala que la noticia más censurada del 2.008 fue la referente a la
responsabilidad del Banco Mundial en la deforestación de los bosques
que sirven de hábitat a los pigmeos del Congo.
El
drama de África es su abundante riqueza.
África
es el patio trasero de Europa y ésta lo administra sin complejos,
hasta el extremo de haberlo convertido, valga la ironía, en el más
negro de los continentes, con más de 1/3 de la población enferma y
cientos de miles de seres erráticos, asolados por la devastación
ecológica y la guerra.
Es
ocioso hacer una lista de las grandes corporaciones europeas
implicadas en esta sangría, de las cifras de su negocio, como del
origen del material bélico con que se abastece cada una de las
contiendas en liza. Tires del hilo que tires, todos tienen su cabo en
Zurich, Londres, París, Berlín, Amsterdam, Oslo o Bruselas, por
citar los centros más significados en relación al beneficio
africano.2
Sin
embargo, una de esas legiones de desahuciados ambulantes que vagan en
busca de resuello para sus vidas, ha tomado un rumbo imprevisto en
los bien diseñados planes de Europa: se han decidido por seguir el
rastro de esos hilos, el rastro del camino que sigue la riqueza
expoliada de su tierra. Lo hacen en pateras y cayucos. Algunos
alcanzan las costas europeas, otros quedan para siempre sepultados en
la fosa común del Mediterráneo o del Atlántico noroccidental
africano.
Los
que felizmente logran pisar suelo europeo han cumplido su sueño,
pero empiezan su pesadilla. Si son detenidos serán, tarde o
temprano, deportados, después de sufrir reclusión de hasta 18 meses
en un Centro de Internamiento. Su devolución será un calvario
moral, puesto que estos emigrantes “queman sus naves” para migrar
a Europa. Ante sí tienen la vergüenza social de no haber conseguido
su objetivo, de haber hipotecado a su familia (a menudo varios
familiares contribuyen -incluso endeudándose- para “colocar” a
uno de ellos en “tierra prometida”), provocando un estado de
precariedad insoportable para todos ellos. Muchos optan por no volver
al poblado, vagando hipnóticos en busca de su nueva oportunidad,
hasta su total deterioro.
Los
que consiguen quedarse en Europa, inevitablemente, tienen que
acomodarse en la capa más desamparada de la marginalidad, sin
posibilidad de ser contratados; desarraigados de toda estructura
social y condenados a medrar sin ninguna otra esperanza que subsistir
un día más. El más optimista de ellos puede comprender el
atolladero sin solución que es su futuro. Y, sin embargo, están
atrapados en esta pesadilla que es el revés de su sueño africano.
Algunos
países europeos, contados, España entre ellos y porque es cabeza
de playa para la inmigración africana, se han percatado de que no
pueden seguir esquilmando el Sur, sin esperar una reacción adversa a
sus intereses.
Estos
países están destinando fondos para el desarrollo, no siempre bien
financiados o bien definidos en cuanto a su trazabilidad e inversión;
con el resultado de que muchos de estos depósitos lo que hace es
promover la corrupción a distinta escala. Cosa que tampoco preocupa
demasiado a Europa, siempre que se frene el flujo migratorio que es
la causa de su migraña. Por ejemplo, fondos para el desarrollo han
ido a manos de los dirigentes mauritanos, que han dispuesto, como
respuesta agradecida a España, más control militar en sus aguas
juridiccionales. A su vez estas autoridades, según su peculiar
manera de compartir prebendas con estamentos inferiores, les concede
a su ejército “permisividad” absoluta en la ejecución de su
misión. Los soldados se emplean con toda la saña de los antiguos
negreros. Abordan los cayucos, desvalijan el dinero y objetos de
valor de todos los inmigrantes y les vacía los bidones de agua y
gasolina. A veces directamente los asesinan para eliminar problemas.
Los guardas marinas marroquíes operan con algo más de
conmiseración, les roban los móviles y el dinero, y los abandona a
su suerte.
Con
esta distribución de los fondos, de ningún sentido o sesgado
respecto al pretendido desarrollo, se va desgranando la podredumbre
en cascada, hasta la abominación última que son las guerras
africanas provocadas por los gobiernos y capital europeos en su afán
explotador.
El
pan se consume y se vuelve a tener hambre. La construcción o la
fabricación de automóviles no pueden responder al mismo criterio
que la producción de pan. Occidente basa su modelo en un concepto
industrial de crecimiento permanente. Es técnicamente inviable. Su
crisis se ha ido aplazando con la incorporación de nuevos
consumidores. Las sucesivas oleadas de inmigrantes han salvado del
colapso del sistema. Pero cuando se alcanza la ansiada estabilidad,
el inmigrante sobra.
Italia
ya ha promovido una ley que identifica inmigrante sin papeles con
delincuente. Francia para trenes de tunecinos en sus fronteras.
Finlandia restablece aduanas... Otros países europeos le seguirán
en esta carrera. De momento todos han acordado que el inmigrante
indocumentado es acreedor de prisión preventiva de hasta 18 meses.
Este tratamiento es una vileza de lesa humanidad, porque los
inmigrantes ilegales no son delincuentes, no son prófugos de la
justicia, son prófugos del hambre y la guerra.
Han
llegado con sus cayucos y pateras sin robarle a nadie. Al revés, han
pagado su viaje (con un precio abusivo para sus posibilidades) de
vida o muerte. El viaje, en sí, es una ruleta rusa, pero, por lo
menos, pueden jugarse la baza de la vida que ya la habían perdido en
su tierra, robada por delincuentes -estos sí lo son- de las
metrópolis europeas, de cuello blanco y mansión de lujo. Aunque, en
esta perfidia, tienen patente compartida, los industriales,
armadores, agricultores y ganaderos de toda Europa.
Caso Senegal: país de partida de centenares de cayucos repletos de inmigrantes indocumentados. Antes, miles de senegaleses
utilizaban estas embarcaciones en la pesca atlántica. Pero desde que
el presidente Abdoulaye Wade firmó concesiones de pesca con diversas
firmas de grandes barcos extranjeros que saquean los caladeros, los
nacionales se ven obligados a comprar una licencia de pesca que no
pueden pagar, por lo que esta actividad ha dejado de ser su medio de
vida. Del dinero pagado por las concesiones, nada llega a la
población. El mejor uso que los senegaleses pueden dar a sus cayucos
es utilizarlos como transporte hacia las islas Canarias. Esto ha
alarmado al Gobierno de España, que ha optado por pagar a Senegal y
Mauritania para que permitan la repatriación de los que llegan a las
costas españolas. Todo ello revierte en más enriquecimiento para
las oligarquías senegalesas, mientras la población se empobrece y
desespera cada vez más.
Esta
situación es textualmente repetible para caza, biocombustibles,
aceite de palma, maderas tropicales, cacao, perca..... en
cualesquiera de los puntos geográficos de África. Eso sin
mencionar, la provisión de minerales, antes aludida. ¿Quién es el
delincuente?
Multinacionales agrícolas indias cultivan grandes extensiones de maiz y palma en las últimas áreas productivas de Etiopía. Su gobierno negocia estas concesiones hurtando la tierra a los campesinos nativos, destrozando el ecosistema ancestral y sostenible de este lugar geográfico y aniquilando el modo de subsistencia de la población dependiente. En uno de los países más devastados y con más hambrunas del mundo, la cosecha de las empresas foráneas se factura íntegra a la exportación.
El Congo ha sido invadido por sus vecinos Uganda y Ruanda para apropiarse de las minas de coltán. Estos dos países comercian este mineral con EE.UU. (Trinitech); Bélgica (Africom, Cogecom sprl, NV Steinvweg, Cogear); Alemania (Masingiro GMBH, H.C. StarcK-Bayer-); Suiza (Finmining, Rarement); Holanda (Chemi Pharmacie Holland) o Kazajstán. que, a su vez, financian las operaciones de guerra de un grupo rebelde-mercenario autodenominado “Reagrupación Congoleña para la Democracia (“RCD”), que cuenta con 40.000 hombres y que está controlado por el ejército ruandés
El Congo ha sido invadido por sus vecinos Uganda y Ruanda para apropiarse de las minas de coltán. Estos dos países comercian este mineral con EE.UU. (Trinitech); Bélgica (Africom, Cogecom sprl, NV Steinvweg, Cogear); Alemania (Masingiro GMBH, H.C. StarcK-Bayer-); Suiza (Finmining, Rarement); Holanda (Chemi Pharmacie Holland) o Kazajstán. que, a su vez, financian las operaciones de guerra de un grupo rebelde-mercenario autodenominado “Reagrupación Congoleña para la Democracia (“RCD”), que cuenta con 40.000 hombres y que está controlado por el ejército ruandés
Una
tribu de pescadores del lago Edward, en la República Democrática
del Congo, vivía de la pesca ancestral de cíclidos, unos peces
típicos de los Grandes Lagos. El Lago también acogía a una gran
colonia de hipopótamos, respetados por los pescadores, merced a un
tabú heredado. Este tabú bien pudiera haber sido establecido por
los antepasados de esta tribu, al relacionar tróficamente a este
animal con los peces y optar por los segundos como fuente de
proteínas renovadas debido a su mayor capacidad de regeneración
biológica. Las heces de los hipopótamos que defecan en las aguas
sirven de alimento a los peces.
Pero
los hipopótamos del Lago han sido sistemáticamente abatidos por
refugiados de las selvas, en compañía de veteranos
de la guerra, así como antiguos rebeldes hutus que huyeron al este
del Congo en 1994 después de haber masacrado a tutsis en acciones
genocidas en Ruanda y que, paradójicamente, están ahora integrados
en la guerrilla RCD que auspicia este país.
Todos ellos cazan para
alimentarse, pero también lo hacen por lucro, pues la carne de
hipopótamo, aunque es dura, es un plato caro. Los hipopótamos se
compran por unos 50 dólares en los mercados locales del noreste del
Congo, y un diente canino de uno de estos animales termina a menudo
en el comercio ilegal de marfil.
Los
pescadores ignoraron las actividades de estos desplazados, pues ellos
no tenían ningún interés en la presa que estos codiciaban. Pero,
una vez extintos los hipopótamos, los pescadores hubieron de sumarse
a la masa de desplazados que vagan desarraigados por los territorios
en busca de mejor fortuna; pues los peces desaparecieron detrás de
los hipopótamos. Emigración ecológica.
¿Es
lícito que un alemán, un belga, un holandés o un suizo protesten
por compartir su ciudad con un congoleño o debería el congoleño
protestar por tener que migrar hasta una ciudad alemana, belga,
holandesa o suiza?.
Hoy
vienen huyendo desesperados del hambre y la violencia, pero un día
puede que vengan reclamando lo que les pertenece y les ha sido
sistemáticamente arrebatado. Desde el Norte de África ya se han
dado avisos (la religión, Islam, se está transformando de
doctrina-consuelo a doctrina-subversión).
Pero
los europeos están demasiado ensimismados en la vorágine de
consumo, demasiado confiados en su prepotencia y demasiado engreídos
en la superioridad de su modelo, para rectificar, para rebajar el
despropósito de su sistema de vida y aplicarse el debido
racionamiento que permita extender los beneficios a más gente, en
vez del principio predador que invoca el “mucho para pocos”.
Se
oyen voces decir que los inmigrantes vienen a aprovecharse del
bienestar que con tanto sacrificio hemos conseguido. Pero el
sacrificio real fue, y sigue siendo negro, el beneficio es, y sigue
siendo, blanco.
Francisco
Botella Maldonado. Motril
– Granada.
1
Ver artículo de El Pais.com del 26/9/2.007 de Rosario Lunar y Jesús
Martínez Frías.
2
Algunos territorios africanos recibieron el nombre de los dueños
europeos que los tuvieron en propiedad. Es el caso de la llamada
Rodesia hasta 1980 (hoy Zimbabue), que debió su nombre a Cecil
Rodhes, fundador de la dinastía Rhodes, que entre otras pertenencias
poseen el City Bank y City Group, entidades involucradas en el
reciente proceso especulativo de Noviembre de 2.008 que provocó una
crisis monetaria de dimensión mundial y que, finalmente, fueron
rescatadas por fondos de la Reserva Federal Norteamericana por valor
de 700.000 millones $. Cecil Rhodes se enriqueció a mediados del XIX
con la explotación de diamantes y otros recursos naturales. Merece
la pena transcribir uno de sus insignes pensamientos: “Tenemos que
encontrar nuevas tierras a partir de las cuales podamos obtener
fácilmente materias primas y, al mismo tiempo explotar la barata
mano de obra esclava que está disponible de los nativos de las
colonias. Las colonias también proporcionarán un vertedero de los
excedentes de bienes producidos en nuestras fábricas”
RACISMO
Desde hace unos años atrás, vengo observando un peligroso derrotero
en la sociedad que me preocupa sobremanera; sobre todo, porque es una
gestación sorda que sólo emerge cuando puntualmente se pertrecha un
crimen que otro, pero cuya propagación rampante, no parece importar a
nadie. Sobre todo, a los medios de comuncación de masas que lo tienen
absolutamente ninguneado. Primero, porque sus objetos temáticos son la
política anecdótica (si ha dicho tal o cual cosa insignificante un
político, si va a haber autovía aquí o allá, si el presidente puede
volar en este o aquel avión...). Segundo, porque lo tienen negado en el
tópico que ellos se trazan del pueblo español. Cada periódico y cadena de radio/tv se arrostra la representación de España y sus gentes. Por militancia,
no divulgan nada que contradiga el modelo de individuo y sociedad que
han fabricado a priori. En lo que respecta al racismo, el tópico que los medios de comunicación tienen por axiomático es que los españoles no son racistas.
RACISMO
![]() |
Agresión en el metro. |
El
Centro de Estudios de la Complutense de Emigraciones y Racismo detecta
que el 39% de los españoles echaría del país a los marroquíes y el 20% a
los judíos. Otros porcentajes intermedios le brindan a gitanos, latinos
y negros. Lo peor de este fenómeno, es su prematuro arraigo. Según un
estudio del Observatorio de la Convivencia Escolar, publicado el verano
pasado, 2 de cada 3 adolescentes no se sentaría en clase al lado de un
moro; 1 de cada 2, no lo haría cerca de un judío.
El problema no depende de la pedagogía. O sí, pero ya se hace en las escuelas. Se educa en los valores de igualdad. Y, también, se educa en convivencia, porque en las aulas concurren alumnos de distintas nacionalidades; salvo en las escuelas privadas y concertadas, que vetan la admisión de extranjeros pobres.
Pero la reacción tiene que ser de la misma dimensión que el
problema. No basta con que la Constitución respalde la condena del racismo, hay que sustanciar judicialmente este principio con una precisa y enérgica contingencia de sanciones y castigos penales que ataje de cuajo desde la veleidad hasta el atropello. Sin mencionar el crimen racista, que ya tiene su tipificación pero con vetas ambiguas por donde jueces complacientes pueden atenuar o absolver algunas infamias flagrantes. Lo hemos visto con el juicio a una conocida librería catalana que difundía propaganda nazi.

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