Los Centros disponen necesariamente de
una programación de aula y de ciclo. Viene de serie con la
asignación de libro de texto para cada curso. Estas programaciones
están debidamente sancionadas por la Consejería y se actualiza cada
4 años, que es el término comercial que la Junta tiene pactado con
las editoriales. Es la única realidad pedagógica posible en un
contexto económico-social capitalista. Ponernos a enmendarle la plana a las editoriales es un desafuero. Pero hacerle caso a quien te
ordena tal desafuero es de títeres. Lo malo es que, viendo el
seguidismo habido, ahora el ordenante ya sabe que administra a un
ejército de títeres.
Las programaciones las hacen quienes tienen poder para hacerlas e implantarlas: el mercado; es decir, las editoriales. Esto es como el sistema sanitario. Las empresas farmacológicas tienen el monopolio de los medicamentos. Habrá médicos que se pongan a investigar tal o cual medio de curación para sus pacientes, pero al final, no le queda otra que recetar el material farmacéutico del mercado.
Las programaciones las hacen quienes tienen poder para hacerlas e implantarlas: el mercado; es decir, las editoriales. Esto es como el sistema sanitario. Las empresas farmacológicas tienen el monopolio de los medicamentos. Habrá médicos que se pongan a investigar tal o cual medio de curación para sus pacientes, pero al final, no le queda otra que recetar el material farmacéutico del mercado.
Los libros de texto tienen una lógica
interna. Han sido confeccionados siguiendo intérvalos cronológicos
de capacidad cognitiva, de selección de contenidos, de secuenciación
quincenal/trimestral. Además, las editoras adjuntan baterías de
actividades complementarias, pruebas de evaluación por temas o
tramos temporales diferentes... hasta líneas de implementación para
compensatoria y diversidad. Proveen, incluso, recursos informáticos
por disco, on line y un dominio con actualizaciones.
Al profesorado usuario, a su vez, las
editoras les participa, con generosidad, todos los fundamentos de
dicha programación, la programación misma, finamente detallada,
presentaciones educativas (Power Point, claro) en torno a la referida
programación y no sé qué otras lindezas para que los enseñantes
que tengan una avidez imperiosa de literatura curricular -que los
hay-, se den un atracón a gusto.
En fin, cumplen con todas las bendiciones
pedagógicas plausibles, amén de la pertinente acreditación de la
Consejería de Educación para su uso regular como material
didáctico.
Es manifiesto que los libros de textos
constituyen el elemento vertebrador de la enseñanza actual en
nuestro ámbito, siendo, no sólo la guía de trabajo docente, sino
el referente del progreso académico de sus hijos para los padres.
Para postre, están subsidiados, lo que
avala definitivamente su representación institucional.
Si el libro es educativamente
reglamentario, está subvencionado como bien público y viene
respaldado por una pormenorizada programación de aula y ciclo, a qué
demonios se moviliza a todo el profesorado para elaborar lo que ya
está muy bien elaborado y que éstos aplican habitualmente en sus
clases.
¿Cómo se les pone a hacer
programaciones ficticias que no van a practicar, porque su práctica
diaria (de aula y ciclo) ya está comprometida con la programación
implícita en el libro de texto que tienen instaurado oficial y
preceptivamente (BOJA nº18, Decreto 51/2000)?
¿Es acaso un test para medir nuestro
seguidismo ciego a órdenes inverosímiles?
¿Piensan que los maestros no hacen
nada y por tanto, es un buen entretenimiento ocupacional para ellos?
¿Coincide con un sentimiento ocioso,
también, en los maestros que, sin objeción, acogen cualquier
actividad (aunque sea incongruente) con tal de salir de su sopor?
En octubre los maestros tendrán listas
definitivamente las programaciones, que les ha llevado mucho esfuerzo
y tiempo diseñar. Eso no se hace gratuitamente. Tiene una
contundente justificación: la que juiciosamente dimana de la
iniciativa de programar.
Veamos. La programación es el ideario.
Este no tiene ningún valor intrínseco si no es la aplicación a sus
destinatarios: los alumnos que queremos educar según ese ideario. El
vehículo de transmisión son los libros y demás formatos didácticos
que integran los contenidos y actividades que hemos desarrollado en
nuestra programación.
Una vez concluido el diseño de la
programación, el proceso inmediato es la elaboración de material
didáctico, concurrente con esa programación, para hacerles llegar a
nuestros alumnos el ideario postulado en la misma. Se sigue, pues,
que a partir de noviembre mismo, estaremos fabricando los libros del
curso que viene. ¡Que tiemblen las editoriales!
¿O no?
Parece un desatino, que después del
acto costoso de afirmación, pergeñando durante meses nuestro
ejercicio profesional para sacar una programación flamante, a renglón
seguido lo ignoremos supinamente y sigamos con lo de antes, como si
nada. Es, cuando menos, surrealista.
Hay Centros que están enteramente
abonados a una editorial, desde 1º hasta 6º. Hasta tal punto llegan
estas afiliaciones que las editoriales costean parte importante de la
infraestructura educativa de esos Centros.
Pero recién hemos emprendido en los
Centros un proyecto de autonomía educativa y todo eso se acabó. El
cheque libro será para pagar a la imprenta que haga nuestros libros.
Es lo coherente.
¿0 a qué viene toda esta movida? Los promotores no van a explicarlo, pero ¿nos lo podemos preguntar a nosotros mismos, aunque sea a jugada pasada?
Francisco Botella Maldonado. CEIP "Cardenal Belluga". Motril.
Francisco Botella Maldonado. CEIP "Cardenal Belluga". Motril.
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