sábado, 29 de septiembre de 2012

Niños Alfa

Si se acoge un cachorro en casa, se le colma de cuidados: caricias, comida de su gusto y siempre dispuesta para cuando quiera comer, atención a sus ladridos y gruñidos, acceso a todo el espacio de la casa, sin restricciones a su conducta, sin represión a sus mordiscos, paseos cuando lo requiera y llevando él la iniciativa... se le está alimentando su percepción de superioridad. Circunstancias ambientales tales, coinciden con señales preinscritas en su genoma que, cuando se cumplen, le indican al perro que, en su grupo de convivencia, goza de los privilegios de macho alfa. Un perro con esa percepción va a ser un problema para la familia hospedadora. Sobre todo si el perro es de envergadura o, peor, de presa.
Los perros y los humanos tenemos distinta ubicación filogenética, pero hay una cosa que compartimos: somos mamíferos gregarios, estructuralmente jerarquizados. Esa característica nos marca como especie y determina nuestra conducta.
Los maestros estamos hartos de ver a niños Alfa. Niños que tienen sometidos a su familia porque están mal educados o no han sido jamás educados. Sus comportamientos han sido poco limitados, no conocen la reprobación y son tan déspotas como anchos sus deseos.
Fuera de su familia, donde hay líderes, entornos reglados y adecuación a determinadas disciplinas sociales, los niños Alfa, sin dosis de tolerancia a la frustración, reaccionan con violencia.
Son alumnos, a menudo diagnosticados con hiperactividad, pero son falsos TDHA (trastorno de la atención y la hiperactividad).
Un niño clínicamente hiperactivo es un alumno inquieto y hasta disruptivo, pero su perfil no define necesariamente a un niño impertinente, prepotente ni violento. Estas características se comparecen con niños Alfas.
Los niños con TDHA tienen un problema para el que la neurociencia tiene soluciones médicas. En cambio, los niños Alfas, el problema lo tienen con la actitud de sus padres.
Padres maleducados que anteponen los caprichos de su hijo a las reglas de convivencia; padres maleducados, condescendientes con cualquier exceso de su hijo frente a los derechos de los demás; padres maleducados que jamás han cultivado la generosidad, sino la pura competitividad en su hijo. Estos padres crean al niño Alfa.
Es verdad, que algunos niños Alfas no son producto de la prevaricación familiar, sino del determinismo genético -en torno a un 2´5% de la población es psicópata-, pero su cifra social es insignificante respecto a la incidencia de violencia escolar de la que se tiene constancia.
Aún hay cómplices peores del comportamiento abusivo de los niños Alfa: está el consentimiento, cuando no la aceptación y hasta la defensa de estos niños por el sistema educativo. Y del sistema jurídico, si ampliamos el marco de referencia.
He sido testigo del episodio en que un chaval con un historial violento, que agrede deliberada y gratuitamente a otro de forma brutal, es justificado por la orientadora de turno con el argumento de que, el “pobre”, sufre de una manifiesta carencia de autoestima que le conduce a compensarla con conductas de avasallamiento sobre los demás. Se le da golpecitos en la espalda y una charla sobre lo feo que es pegar. Total, un buen refuerzo psicológico por haber zurrado a un compañero. Este es el resultado del enjuague psicologizador a que está sometida la actividad educativa. Al agredido, ninguna reparación. Si la paliza deviene en acoso -que con este tipo de refuerzos está garantizado-, la víctima tendrá que mudarse de centro. El victimario permanecerá en su colegio, con todos sus derechos intactos. Derechos, para seguir impunemente castigando a compañeros y maestros. Es obsceno.
Parece que cada vez hay más conciencia sobre la toxicidad de los niños Alfa.
Está cambiando, sobre todo, el discurso entre los padres más educados que temen que los valores de tolerancia y respeto que inculcan a sus hijos se vuelvan contra ellos; que, en última instancia, estén fabricando corderos bienintencionados para la depredación fácil de cuatro lobos sin contención alguna. Antes, era corriente la anuencia de los padres del Consejo Escolar o de la Comisión de Convivencia, con la opinión oficial de sistema educativo, sostenido por el director y apoyado por la orientadora, de que no convenía endurecer la disciplina con estos niños para no provocar su inadaptación reactiva. Desde luego, de expulsarlo -siquiera unos contadísimos días- ni hablar, bajo el argumentario de que el niño Alfa sería perjudicado en su continuidad académica (como si fuera ésta su ocupación dilecta o la preocupación de su familia). Ahora, por fin, los padres entienden que la disuasión “blanda” que esgrimían las autoridades educativas, consumen muchos recursos (un profesor de apoyo dedicado casi exclusivamente a su tutela) para poca enmienda o ninguna. En tiempos de escasez económica, cuando los recursos escasean, salen las verdades. Y los padres responsables empiezan a enfrentarse a ella y a pedir respuestas contundentes al sistema educativo.
Si los padres de los niños Alfa protegen la insidia de sus hijos, los padres de los demás, tienen que tener el sistema de su parte para proteger a la mayoría social que encarna la convivencia civil del futuro. Y el sistema autista actual no les sirve para salvaguardar sus derechos.
Me ha estado corroyendo dos décadas esta flagrante iniquidad del sistema, pero ha sido una indignación sin eco. La crítica disidente era silenciada tenazmente con la propaganda dominante de que el victimario merecía una oportunidad. En realidad, han sido oportunidades ”ad infinitum” y a costa de muchísimos niños maltratados (algunos han terminado suicidándose). Un sistema muy sensible con el depravado pero muy poco garantista con los mansos.
Los padres pueden contar con que el profesor no va a calentar a sus hijos, como lo hicieron con ellos; de lo que el sistema no le da ninguna seguridad es que estén libres de malos tratos, ofensas y palos en la escuela. Eso sí, con el sello institucional de “Escuela, espacio de paz” y sin descuidar nunca la programación anual del Día de la Paz.
Los mismos y mismas que han engordado día tras día al monstruo, poniéndole paños calientes desde la escuela -porque son los que diseñan el sistema y toman las decisiones- son los que luego aparecen en la foto de la plaza pública (delante del Ayuntamiento, la Diputación o el Parlamento) con la pancarta de denuncia de la violencia de género y otras violencias. Patético.

2 comentarios:

  1. Bueno, planteas un problema, pero no das una respuesta real sobre esto ya que no podemos regresar a la época de laeducación a golpes cómo antaño, ¿no crees?

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  2. SOY MAESTRA Y MADRE... Y LLEVO MÁS DE 20 AÑOS EN LA ESCUELA PUBLICA.
    CADA VEZ ESTAMOS BATALLANDO CON MÁS NIÑOS ALFA;Y PADRES Y MADRES ALFA .
    Y LA ESCUELA PONE TODO TIPO DE RECURSOS PARA ESTOS CASOS PERO SON IMPRODUCTIVOS YA QUE EL PROBLEMA VIENE CREADO Y REAFIRMADO POR LAS FAMILIAS.
    CUANDO CRECEN ¿QUIÉN LOS AGUANTA? Y CUANDO CRECEN SERÁN MALTRATADORES,TREPAS,GERENTES INHUMANIZADOS DE EMPRESAS IMPORTANTES...Y LO PEOR ES QUE EN LA SOCIEDAD ESTE TIPO DE PERSONAS ESTÁ BIEN VISTO PARA DETERMINADOS PUESTOS DE RESPONSABILIDAD¿NO FUERON NIÑOS ALFAS LOS QUE VEN DESAUCIAR A LAS FAMILIAS DE SUS CASAS?,¿NO FUERON NIÑOS ALFAS LOS QUE ROBAN A MANOS LLENAS ?,¿Y LOS QUE PAGAN UNA MISERIA A SUS EMPLEADOS?.
    SON PERSONAS QUE EN MUCHOS CASOS TENDRÁN ÉXITO EN LA VIDA;PARA NUESTRA DESGRACIA COMO EDUCADORES.
    EN LA SOCIEDAD ACTUAL SE VALORA LA POTENCIALIDAD DE NUESTROS ACTUALES NIÑOS ALFAS.Y ESTO REAFIRMARÁ A SUS FAMILIAS, A ELLOS MISMOS PORQUE LOS VALORES QUE INTENTAMOS INCULCAR A NUESTROS CHICOS NO ESTAN TODO LO VALORADOS QUE DEBERÍAN.¿CÓMO PODEMOS CAMBIARLO TODO ESTO?NUESTRA REALIDAD ES SEGUIR AGUANTANDO A ESTOS DÉSPOTAS ALFAS A LOS QUE SUS PAPIS NO LES PUSIERON NORMAS.

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