domingo, 10 de junio de 2012

El paripé de la Agencia Andaluza para la Evaluación Educativa (AGAEVE)


Los alumnos son objeto de una evaluación inicial al comienzo del curso y otra final. Además, durante todo el curso sufren un proceso de evaluación continua. Con estos testigos el profesor especifica la evolución de cada alumno. Sin embargo, el perfil determinado no es fiable para la AGAEVE, que resuelve una evaluación externa, para enmendar la parcialidad valorativa de los maestros, y objetivar los datos de la población estudiante de Andalucía. Se inventan las Pruebas de Escala para 2º curso de Primaria y de Diagnóstico para 4º de Primaria y 2º de ESO.
Existen indicadores de la robustez de una prueba. Estos indicadores son, básicamente, la validez y la fiabilidad. La validez de las pruebas de Diagnóstico y Escala son adecuadas, Se nota que han sido elaboradas por docentes. Los items de dichas pruebas miden lo que pretenden medir; es decir, que cuando quieren evaluar la competencia aritmética del alumno no le preguntan por las aristas y vértices de una caja de zapatos.
En cambio, el proceso de pasación y corrección de la prueba no está sujeto al rigor exigible y anula su valor inferencial. Se dan tantas variaciones como centros. Puede que el tutor sea el examinador y el corrector de su grupo; puede que el tutor sea examinador de su grupo pero no el corrector; puede que sea al contrario, o , puede que ni el examinador ni el corrector coincidan con el tutor. Cada centro establece el modelo a seguir. Además, interviene un sesgo subjetivo a la hora de corregir. Concurren criterios diferentes en la valoración de un mismo item ya que cada curso es corregido por una persona distinta; por ejemplo, si existen tres cursos de 2º, las pruebas de cada curso va a ser calificada por un tutor diferente que le imprimirá su particular criterio interpretativo. A la postre, tanta variabilidad contamina la cohesión del resultado. No sirve para describir, de forma fiable, el estado del 2º nivel (3 cursos juntos) del colegio de nuestro ejemplo, y mucho menos permite ulteriores extrapolaciones. Así no se hace un estándar.
Es principio del análisis de datos que las condiciones de evaluación sean homogéneas, si se vicia este principio se falsean las conclusiones. A eso se dedica la AGAEVE: a reconstruir un perfil evaluativo, que ya está sobradamente bien definido por los mecanismos de evaluación escolar al uso, añadiendo sistemas disgregados de baja testificabilidad. O sea, malgastar -mucho- dinero.
No obstante, hay algo a su favor: las pruebas de la AGAEVE tienen la bondad de medir competencias; es decir, la aplicación práctica de los conocimientos, mientras que las pruebas escolares miden los conocimientos directos. Pero esto es subsanable ordenando que la evaluación final interna, por ejemplo, se reconvierta en prueba de competencias, sin necesidad de montar toda una Agencia, de varios millones de euros por medio.


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