Los
alumnos son objeto de una evaluación inicial al comienzo del curso y
otra final. Además, durante todo el curso sufren un proceso de
evaluación continua. Con estos testigos el profesor especifica la
evolución de cada alumno. Sin embargo, el perfil determinado no es
fiable para la AGAEVE, que resuelve una evaluación externa, para
enmendar la parcialidad valorativa de los maestros, y objetivar los
datos de la población estudiante de Andalucía. Se inventan las
Pruebas de Escala para 2º curso de Primaria y de Diagnóstico para
4º de Primaria y 2º de ESO.
Existen
indicadores de la robustez de una prueba. Estos indicadores son,
básicamente, la validez y la fiabilidad. La validez de las pruebas
de Diagnóstico y Escala son adecuadas, Se nota que han sido
elaboradas por docentes. Los items de dichas pruebas miden lo que
pretenden medir; es decir, que cuando quieren evaluar la competencia
aritmética del alumno no le preguntan por las aristas y vértices de
una caja de zapatos.
En cambio,
el proceso de pasación y corrección de la prueba no está sujeto al
rigor exigible y anula su valor inferencial. Se dan tantas
variaciones como centros. Puede que el tutor sea el examinador y el
corrector de su grupo; puede que el tutor sea examinador de su grupo
pero no el corrector; puede que sea al contrario, o , puede que ni el
examinador ni el corrector coincidan con el tutor. Cada centro
establece el modelo a seguir. Además, interviene un sesgo subjetivo
a la hora de corregir. Concurren criterios diferentes en la
valoración de un mismo item ya que cada curso es corregido por una
persona distinta; por ejemplo, si existen tres cursos de 2º, las
pruebas de cada curso va a ser calificada por un tutor diferente que
le imprimirá su particular criterio interpretativo. A la postre,
tanta variabilidad contamina la cohesión del resultado. No sirve
para describir, de forma fiable, el estado del 2º nivel (3 cursos
juntos) del colegio de nuestro ejemplo, y mucho menos permite
ulteriores extrapolaciones. Así no se
hace un estándar.
Es principio del análisis de datos que
las condiciones de evaluación sean homogéneas, si se vicia este
principio se falsean las conclusiones. A eso se dedica la AGAEVE: a
reconstruir un perfil evaluativo, que ya está sobradamente bien
definido por los mecanismos de evaluación escolar al uso, añadiendo
sistemas disgregados de baja testificabilidad. O sea, malgastar
-mucho- dinero.
No
obstante, hay algo a su favor: las pruebas de la AGAEVE tienen la
bondad de medir competencias; es decir, la aplicación práctica de
los conocimientos, mientras que las pruebas escolares miden los
conocimientos directos. Pero esto es subsanable ordenando que la
evaluación final interna, por ejemplo, se reconvierta en prueba de
competencias, sin necesidad de montar toda una Agencia, de varios
millones de euros por medio.
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