Hubo un tiempo, boyante, conocido como
pelotazo urbanístico, en el que los albañiles-constructores
(tómese como metonimia de
la clase social que practica la economía sumergida) se permitían la licencia de darnos a los
maestros orientaciones pedagógicas acerca de la enseñanza de sus
hijos. Recelaban de nuestra competencia, en la medida en que éramos
ciudadanos que nos resignábamos con nuestro moderado salario, sin
medrar en el oportunista mercado de especulación que se desataba a
nuestro alrededor, como hacían ellos. Estos albañiles-constructores,
en el convencimiento de que el dinero todo lo puede, creían que su
poder económico les habilitaba también intelectualmente. Fue un
tiempo en que el consumo monitorizaba el pensamiento (los cocineros y
los modistos se elevaron a académicos y a creadores de opinión), un
tiempo dominado por la zafiedad del dinero. Fue una época oscura de
la reciente historia española, en la que se capitalizaron bienes,
voluntades y personas (emigrantes); mientras, se depreciaba a
calderilla la honestidad, la prudencia y demás valores.
Se despreciaba al funcionario por falta
de ambición, con su nómina de risa, y su exceso de escrúpulos para
no unirse a la maquinación económica en auge.
Y del desprecio de entonces hemos
pasado a la envidia de hoy.
Los que ayer se vanagloriaban de su
éxito y fuste frente a la menesterosidad de nuestra nómina, hoy la
envidian como acta de privilegios. Mis privilegios de funcionario se
reducen a mantener mi empleo cuando los suyos han seguido la ola de
desvalorización con la que ellos mismos han hecho cotizar, estos
años atrás, todas las actividades sociales. Esta gente ha pasado
del desprecio a la envidia, sin salir del escarnio.
También están los albañiles-subvención (tómese como metonimia de
clase social experta en subsidios), que no han tenido la oportunidad del desprecio
sino sólo envidia natural. O sea, puro denuedo a lo que ellos no son. Les
diré lo de siempre: que la contratación pública está abierta a
todos los españoles; que se presenten a las oposiciones, pero antes
que se saquen un título, si alcanzan. Porque la envidia se nutre de
incapacidad. Cada vez que oigo una crítica soez hacia los maestros –
que es el modo de enjuiciar que tienen este tipo de personas- pienso
en cómo retratan públicamente su potencial cognitivo y moral.
Además, lo hacen sin empacho, porque carecen de autoconciencia.
Por último, en la guerrilla de
hostigadores contra los maestros -en tanto que funcionarios- se
situaron (y siguen) los administradores (tómese
como metonimia de granuja), cuyos ataques no son de oprobio
social, como el de los albañiles-constructores y
albañiles-subvención, sino de desdén. Es decir, de menosprecio al subordinado.
En aquel tiempo, al albur de la bonanza
del pelotazo, se “colocó” un ejército de políticos,
parapolíticos, asesores, gestores, coordinadores, consejeros, jefes de secciones
imposibles y otra fauna gerente que no logro ni descifrar.
Sinecura. Funcionarios directos y de alto standing, acompañados de tertulianos
en los medios, viáticos suyos. Mucha, mucha intendencia y, por
tanto, muchas, muchas leyes. A cual más inútil, a cual más
descabellada y a cual más dañina para el trabajo que pretendían y
pretenden dirigir. Ese trabajo era, es, el nuestro; el de los
maestros, que a la sazón, somos los únicos que trabajamos de verdad en toda
esta empresa funcionarial de la Educación. Su impacto tiene una
lectura práctica muy fácil de medir: a más leyes y papeleos
“pedogógicos”, mayor fracaso. PISA lo ha aireado por los
cinco continentes. Nuestro sentimiento al respecto, es de vergüenza
ajena. El suyo, es de despeje hacia abajo. De denigrar la labor del
maestro haciéndonos responsables de su patética dirección y su
demente planificación de lo que es, según su concepto, una escuela.
Con la investidura flamante de "tutores",
debíamos, debemos: adaptar, integrar, incluir, reforzar, acompañar,
socializar, dinamizar (el aula, las actividades complementarias, las
extraescolares y fiestas), entretener (juegos didácticos, retos
matemáticos, concursos...), tratar (a los diagnosticados), calmar (a
los disruptivos), perfeccionar proactivamente (a los talentosos),
educar, cultivar (teatro, cuentos, poemas, baile, rondalla, cómics,
deporte...), actualizar (TICS), sanear epidemias (piojos,
mayormente), curar heridos y orientar la alimentación y otros
hábitos familiares. Programar individualmente, curricular los
contenidos de los libros, de internet y del material de apoyo.
Evaluar con instrumentos propios y ajenos. También, pero no
prioritario, enseñar.
Esto en cualquier sector se llama
inflación. Y es nocivo.
Todas estas tareas se nos han ido
acumulando a medida que trepaba uno a uno estos barones del staff.
Cada cual, como valor añadido a su ascenso (puesto que no hacen
oposiciones), tenía que imponernos una de sus ocurrencias
ideológicas. Han hecho tanto reparto de papeles para el mismo actor
(el maestro) que el guión es inabarcable.
¿Por qué? Porque nos han tratado a
los maestros como subalternos en su carrera arribista y desnortada.
En la perspectiva de estos funcionarios de ocasión no ha estado
jamás la excelencia de la educación sino su propia excelencia y el
mantenimiento de su sillón y pecunio. Esta gente, a los maestros no
sólo nos han degradado con su desdén y contagio (al final todos
somos funcionarios) sino que han colapsado nuestro trabajo y sus
resultados.
J Ignacio Wert, ministro. Actitud reflexiva (de reflejo). |
Los últimos (los administradores),
antes de que sus sillones e ingresos se cuestionen, en este envite de
austeridad impulsado por la crisis, han hecho lo de siempre, desviar
la carga en los maestros, puesto que siempre hemos sido subordinados
obedientes: han recortado los derechos laborales y económicos de
nuestro esforzado trabajo. Los otros dos (albañiles-constructores y
albañiles-subvención) de palmeros necesarios y eufóricos.
Este es el momento de atacar sus
privilegios, sus puestos y el aparato que lo sustenta. El dinero de
la crisis que salga de ellos, de quien la han provocado con sus
desmanes y expolio, armados con guantes blancos (borran las huellas).
Contra sus guantes blancos, pongámonos los de boxeo. Los
funcionarios de España se han rebelado. Su aguante ha tocado techo.
Los maestros hemos sido de los más maltratados de entre ellos, pero
nuestra dignidad no se rehabilitará si no nos unimos, por lo menos,
con la misma firmeza, al combate abierto.
PD: acabo de leer que el rey se ha rebajado 20.000 €, el equivalente a una paga extraordinaria suya. Elogios de la portavoz socialista. El portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, dice que simboliza el sacrificio del "primer funcionario" del Estado. Operación para desactivar la protesta masiva de los funcionarios. De camino, se maquilla al rey.
PD: acabo de leer que el rey se ha rebajado 20.000 €, el equivalente a una paga extraordinaria suya. Elogios de la portavoz socialista. El portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, dice que simboliza el sacrificio del "primer funcionario" del Estado. Operación para desactivar la protesta masiva de los funcionarios. De camino, se maquilla al rey.
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